Las campanas de Tavullia

Vi la sonrisa del padre Cesare Stefani cuando fue a sonar las campañas en Tavullia, el pueblo de Valentino Rossi, en el documental Hitting the Apex, en una carrera ganada por Valentino. Era un padre. Era un fan de Moto GP, pero sobre todo era un entusiasta extraordinario de Valentino Rossi.

Imagina por un segundo que el padre Cesare rezara -rosario en mano- para que ganes en lo que más te gusta hacer. Alguien que apuesta por ti. Y el padre Cesare era un apoyo con contactos con toda la gente que nos da alimento espiritual y capaz de gestionar milagros.

Me gustaría saber si las campanas sonaron ayer sábado 13 de enero en el pueblo de Tavullia. Aunque ya no está el padre Cesare. Lo que vi a través de redes sociales en el Motor Ranch fue algo que me emocionó más allá de la carrera, porque, imagino casi con certeza, fue una “gioia” de la vida y me gustaría pensar que las campanas sonaron porque ganó Valentino y su hermano, y también porque con todo lo que se está haciendo, gana Italia entera.

Una vez vi por televisión el retiro de un gran tenista mundial. Mientras veía todo el evento, mi sensación fue estar asistiendo al funeral del tenista. Aclaro para no confundir, estaba asistiendo a una de las muchas muertes que tenemos en esta vida. Se acabó el juego. No hay más competencias internacionales. Se fue el tenis. Se acabó el tiempo. Pasó la edad. Finito.

Valentino también se fue. Pero la sensación que tengo es que se fue de una pista, y abrió cuatro más: Una familia propia, convertirse en piloto de carreras, crear una línea de ropa, fortalecer su escuela de pilotos, y para rematar, tener la visión de hacer una competencia con los nombres más conocidos de pilotos de MotoGP, con todos los juguetes, y hasta con cronista deportivo famoso incluido.

Cuando vi el pata negra 46 como parte del premio, mi risa llegó hasta Tavullia (vivo en un pueblo del Sur de Italia) me pareció más importante que el premio, y me confirma que alguien que pone en su franela “Gallina vieja da buen caldo”, y se lo muestra al mundo, no es más que alguien que sabe y que debe esforzarse por hacer de su vida algo por el que valga la pena sonreír, y que, de seguro, camina sereno bajo el sonido de las campanas de Tavullia.

Maiskell Sánchez

@maiskellphoto