La campana de Gauss, Pearson y las motos…
¿Se acuerdan en matemáticas de la Campana de Gauss, sobre distribuciones estadísticas…?, ¿recuerdan la correlación De Pearson…? Han pasado muchos años, y si no lo recuerdan no importa, pero utilizaré las dos figuras matemáticas para explicar un fenómeno entre la relación de la moto y la edad de los pilotos.
Vale la pena aclarar que hablaré desde la perspectiva de motos doble-propósito de mediana y gran cilindrada.
Ahora que piso los 60 años, y después de haber probado muchas motos, comienzo a entender más cosas. Cuando logramos la autonomía financiera para adquirir una moto, dependiendo de la especialidad, buscamos: 1) Marca; 2) Diseño; 3) Horsepower; 4) Tecnologías; 5) Funcionalidad para la especialidad que montamos; y a parte valoramos el respaldo de la agencia, si tiene buenos mecánicos y disponibilidad de repuestos y accesorios. Y al final, compramos la nave.
Los amigos pilotos influyen con sus opiniones y las redes sociales también, a la hora de comprar una moto. Muchos vemos videos y más videos ante de comprar la moto ¿no les ha pasado?
Pero cuando nos pasamos al lado derecho de la curva de edad –el descenso- las cosas comienzan a cambiar poco a poco; comenzamos a valorar otros aspectos: que la moto sea más baja, menos pesada, menos complicada. Es decir, que podamos lidiar fácil con ella en correlación a menos capacidades y fuerzas (Pearson).
Partiendo de una distribución de edad –desde capacidades financieras- en dónde el eje central de la campana o curva representa, digamos unos 20 años de edad, de ahí hasta 50 años, es decir durante 30 años, se puede experimentar de todo. Implicará algún hueso roto, caídas, aventuras, rallys y más de un tarjetazo para comprar defensas o para reponer tolvas dañadas. Y es una etapa que se debe aprovechar al máximo (Gauss).
Luego vendrá el cambio de la sabiduría (ja-ja-ja) en dónde comienzas a ver la película hacia atrás y las cosas desde arriba, con una mirada cubista… Se aprendió mucho durante estos años, y te haces más crítico de la industria motriz, con sus polímeros, sensores, tecnologías y obsolescencia programada. En efecto, quieren que cambies de moto más seguido, por eso hay mayor nivel de discontinuidad de modelos y aparecen más y más innovaciones en la moto.
De los 50 años en adelante te comienzas a apartar de las modas y del bullicio, y buscan cosas más “esenciales”; sigues tus intuiciones y aprovechas la experiencia; ya sabes que poner en la maldita
maleta y comienzas a preparar tus últimos viajes –para los 20 años que restan-, con las motos que responden a tus intereses y necesidades. Un poco de menos de riesgos y más certeza. Pero la aventura sigue, sólo que más calculada…
Otra cosa que sucede es la reducción de grupos, ya comienzas a definir tus pares para viajes y aventuras; valorando la afinidad, la buena charla y el compartir ciertos valores (o anti-valores). Cuatro o cinco amigos son suficientes y difíciles de encontrar; te tardas veinte años en definir esto.
Muchos pasan por la etapa motociclística “social”, buscando marcas de prestigio para lograr mejor aceptación en grupos socio-económicos más elevados o para proyectarse suntuariamente en la sociedad e impresionar a otros. En este contexto, también buscan modelos no sólo de alta gama sino más potentes y actualizados… ¿Verdad que sí…?
Pero todo lo anterior es poco relevante frente a la experiencia de montar moto, la que sea y como sea. Rodar es una experiencia de vida difícilmente justificable o explicable. Nos encanta el viento en el rostro y la incomodidad de viajar bajo lluvia o en calles polvosas o lodosas, y no sabemos bien por qué, solo lo hacemos una y mil veces.
¿Qué deporte más complejo el nuestro…? Prepararse para un paseo o rally es un ritual: herramientas, gadgets, equipo, lubricar cadenas, revisar presión de llantas, revisar fluidos, preparar lo que llevamos en las maletas, etcétera y etcétera. Llegamos y a lavar o limpiar todo, trajes, botas, casco, moto.
Pero nos fascina, no es gripe, no se quita…
Oscar Picardo Joao